18 noviembre 2008

Vestido medieval.



Vestido elaborado en paño color azul. Se cierra en la espalda mediante un acordonado.
Este tipo de vestidos, de corte holgado y largos hasta el suelo, fueron comunes en la indumentaria femenina a lo largo de toda la edad media, con ligeras variaciones en escotes o mangas. Sobre él podían vestirse otras prendas, como sayas encordadas, pellotes o sobrecotas.
Códices como la Biblia de Maciejowski o Manesse recogen abundantes muestras iconográficas de esta tipología de prendas.

Jubón s. XVII.

Jubón confeccionado en paño de lana color marrón. Las mangas son desmontables y están realizadas en sarga al tono. Los brahones combinan ambos tejidos.
Se trata de una adaptación para mujer del jubón masculino que se usó en el siglo XVII. Ésta era una prenda semiinterior, sobre la que se vestían la ropa o la ropilla, dejando al descubierto únicamente las mangas. Solía hacerse de tejidos ricos y se forraba en algodón.
A diferencia de los jubones usados el siglo anterior, éste presenta haldillas separadas en lugar de faldón, el cuello es más bajo y los brahones también están formados por tiras separadas en vez de por una sola pieza semicircular.
Como puede apreciarse en la imagen, hoy en día aún se conservan muchos patrones de prendas de ésta época. Los sastres que nos dejaron este legado son Martín de Andújar y Juan de Alcega, entre otros.

14 noviembre 2008

Indumentaria en el siglo XIV.

Durante el siglo XIV se conservan muchas de las prendas que aparecieron a lo largo del siglo anterior, aunque surgen otras nuevas. Éstas se caracterizan por una tendencia a cortar los trajes, especialmente los militares y alargar las mangas, llegando a colgar de los codos (mangas perdidas). La silueta del nuevo siglo es de talle bajo, sin marcar la cintura. Comienzan también a subirse los cuellos y surge el gusto por las prendas acabadas en largas puntas (capirotes, calzas, zapatos, etc.). Se generaliza el uso del botón, cubriendo mangas y delanteros.

Traje masculino:
Las nuevas prendas que aparecen son la jaqueta, el jubón y la hopa. Las dos primeras derivan de prendas militares usadas sobre la armadura, que son, respectivamente, el jaque y el jubón de armar. Ambas se forraban con tejidos de algodón. El jubón era una prenda semiinterior, de la cual sólo se veían las mangas y sobre la que se vestía la jaqueta, que podía ser corta o llegar a cubrir hasta medio muslo.
El cinturón, llamado también cintura, pasa a ser de placas articuladas y se coloca a media cadera.
La hopa u hopalanda era un traje considerado de lujo, que solía forrarse en piel. Era un sobretodo, por lo que no admitía el uso de ninguna otra prenda sobre él. También los había de varios largos y con varias tipologías de mangas, generalmente muy amplias.
Los tocados se hacen más puntiagudos y aparecen el bonete, de copa redondeada y los capelos. El capirote ahora se viste metiendo la cabeza por la abertura destinada a la cara, con lo que se consigue que forme una cresta. El largo pico se enrolla alrededor de la cabeza.
Como prendas destinadas al luto destacan la gramasía pluvial y la gramalla (derivado de la garnacha empleada el siglo anterior).

Traje Femenino:
Se conservan del siglo anterior la saya y el brial, ajustados y de manga estrecha. También se sigue usando el pellote, aunque con algunas variaciones.
Los escotes del siglo XIV son redondos y comienzan a dejar al descubierto los hombros. Durante este siglo, el traje femenino comienza a ajustarse al pecho, quedando despegado del cuerpo en cintura y caderas. Las mangas, al igual que las de los hombres, comienzan a ser colgantes. Se amplía el vuelo de los vestidos, dando lugar a la cola, denominada falda en esta época. También son comunes las prendas de cuello alto en mujer.
Como prendas nuevas destacan la hopa y la cotardía, que es un equivalente a la jaqueta masculina. En este siglo las mujeres adoptan el uso del capirote, prenda únicamente vestida por los hombres hasta el momento, aunque el tocado femenino más característico es el tranzado.

11 noviembre 2008

Pellote


Traje de encima, elaborado en antelina marrón, con ribetes al tono.
El pellote fue una prenda de origen español que comenzó a usarse en el siglo XIII, extendiéndose en su evolución hasta finales del XIV. Se vestía sobre el brial o la saya encordada. Sus grandes aberturas laterales permitían ver la prenda o prendas que se llevaban debajo. Otras variedad de pellote incorporaban mangas, aunque el usado por la mujer de la época (ya que también era una prenda común en el vestuario masculino) solía carecer de ellas.
La longitud del pellote permitía cubrir los pies de quien lo vestía, excediendo en ocasiones la estatura de su propietaria. Este exceso derivó en una pragmática que determinaba que no se podían emplear más de dieciocho varas de paño tinto en su confección (1 vara = 0,8382 m.).
Era común que esta prenda tuviese un forro de piel; de ahí proviene su nombre.
Se conservan varios ejemplares de pellotes. Entre los femeninos destacan el de Leonor de Castilla (imagen superior) y el de la Infanta María (imagen inferior). El más popularmente conocido es el que perteneció a Fernando de la Cerda. También nos llegan referencias a esta prenda a traves de minias y códices: Codex Manesse, Libro de Ajedrez, Dados y Tablas, Libro de los Juegos, Cántigas de Santa María, etc.